En las iglesias, las imágenes se cubren con una tela morada al igual que el crucifijo y el sagrario está abierto en señal de que Jesús no está.
El color morado en la liturgia de la Iglesia significa luto. Se viste de negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo.
Este
niño no sabe de actuaciones. Pensó que todo era real y corrió -como
nuevo Cirineo- a ayudar a Jesús en su paso por la vía dolorosa. ¡Qué
lección nos da este infante!. Seamos como él, pues bien dijo el Señor:
"En verdad os digo que si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños,
no entraréis al reino de los cielos". Mt XVIII,3.
NO ME MUEVE, MI DIOS, PARA QUERERTE
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
¿Pueblo mío, qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme!
Yo te guié cuarenta años por el desierto, te alimenté con el
maná, te introduje en una tierra excelente; tú preparaste una cruz para
tu Salvador.
¿Qué más pude hacer por ti? Yo te planté como viña mía, escogida
y hermosa, ¡Qué amarga te has vuelto conmigo! Para mi sed me diste
vinagre, con la lanza traspasaste el costado a tu Salvador.
Por ti yo azoté a Egipto y a sus primogénitos; tú me entregaste
para que me azotaran. Yo te saqué de Egipto, sumergiendo al Faraón en el
mar Rojo; tú me entregaste a los sumos sacerdotes.
Yo abrí el mar delante de ti; tú con la lanza abriste mi
costado. Yo te guiaba con una columna de nubes; tú me guiaste al
pretorio de Pilato.
Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña; tú me
diste a beber hiel y vinagre. Yo por ti herí a los reyes cananeos; tú me
heriste la cabeza con la caña.
Ya del gran Rey tremolan las banderas,
Ya brilla el santo emblema de la Cruz,
En que la Vida recibió la muerte
Y con su muerte procuró la vida
¡Oh árbol, el más bello, el más hermoso,
Del Rey hermoseado con la púrpura,
Que fue escogida del más digno tronco
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